sábado, 22 de octubre de 2011

La puerta de acero que me trae de nuevo tu eco.

Y mis labios se paran en el momento en el que comienzo, perteneciendo a varios y muriendo en el intento. El viento ya me trae olores que recuerdo, de otra época, otra edad y un distinto momento. Pero escudriño mi estado, y ya no te encuentro, mis sentimientos se chocan, en un triste intento, de mezclarse de nuevo, y al fin ser el centro. Ya no te hallo. Y no entiendo esto: si te quiero lejos, cerca, o en otro momento.
No conozco ahora hacia dónde corre tu viento, hacia dónde lleva tus labios, hacia dónde agita tu pelo; pues yo he cerrado los ojos, horrorizado por los sucesos, y también asustado, por mis posibles aspavientos.
Juraría que te odio, que te quiero o que te añoro. Quizás lo que anhelo es el sentimiento... pero por más que repito, pienso y espero, nadie llama de nuevo, a mi puerta de acero.
Reconozco tu llamada, con tus nudillos de hueso, y quizás no te abra, por recordarte con miedo... pero en este momento, negarte no puedo, que quiero que llames, con la lluvia te espero.

Cansado me encuentro, de escribirte textos, tus acciones me repelen, y pensarte es colérico.


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